Roger Norori Gutiérrez

ESTE ES un concepto que empezó a utilizarse después del terremoto que asoló a Managua en 1972, para hacer referencia a los elementos urbanos que le eran propios a la desaparecida ciudad. Igualmente hace referencia a una época específica, a una idiosincrasia propia del momento, lo que también conlleva mucho sentimiento.

La llamada vieja Managua se habría empezado a edificar después del terremoto de 1931 con un proceso constructivo relativamente acelerado, que empezó a llenar la dinámica social de la ciudad. Especialmente en las décadas de los 50 y 60, este concepto conllevó construcción de edificaciones como el Banco Central, el Banco de América: dos símbolos urbanos propios de aquella desaparecida ciudad.

En las décadas aludidas se acentuó en Managua su carácter monocéntrico que atrajo un gran número de población de otras localidades, tanto por la concentración de trabajo, comercio, actividad política, religiosa, etc.; así como la construcción del sistema de carreteras desde y hacia la ciudad, siendo cada vez más notorio aquel efecto, así como otro fenómeno al que la sociología prestó atención: el de la población pendular.

Este efecto consiste en el ingreso masivo diario de población de otras localidades que vienen a trabajar a Managua y regresa por las tardes o las noches a su lugar de origen. Existe una estrecha conexión histórica de Managua con localidades como Granada, Masatepe, Jinotepe, Diriomo, Tipitapa, Masaya, Nindirí y muchas otras. 

Al mismo tiempo, la rutina anual estuvo determinada en aquellas décadas por las tradiciones religiosas, las fechas significativas y otras ocasiones en las cuales participó no sólo aquella población itinerante, sino también los descendientes de pobladores de otras localidades que habían nacido en Managua, porque sus padres o abuelos, provenientes de otra localidad, habrían decidido quedarse a vivir en la ciudad. De manera empírica puede decirse que un alto porcentaje de la población mayor de 40 años que vive en Managua, tuvo padres o abuelos que habrían nacido en otra localidad y llegaron a Managua para hacer su vida.

La vieja Managua fue, pues, el escenario de la “procesión el 1 de enero”, de los desfiles patrios que culminaban en la Plaza de la República, de las citas en el Estadio Nacional de Béisbol, del Día de las Madres y otras fechas. Muchas generaciones habrían incluido en su rutina semanal la misa en la iglesia catedral los domingos por la mañana o la tarde. Habrían tomado el bus de la “ruta del cementerio”, que recorría toda la llamada Calle 15 de Septiembre o habría caminado sobre la Calle del Triunfo para llegar a los mercados. Muchos de sus puntos de referencia, nacidos en la vivencia de la sociedad, desaparecieron de golpe con gran parte de aquella ciudad.

El concepto la vieja Managua alude a aquella rutina apenas referida aquí, como también a esos puntos de referencia ya desaparecidos, porque los que se sostuvieron se prendieron de otra realidad en el ambiente posterremoto. Es una especie de conexión pasional de sus protagonistas con la ciudad desparecida. Por tanto, el concepto de la vieja Managua, merece una mayor atención por los investigadores para desentrañar el misterio que aún permanece en esa conexión pasional de sus habitantes protagonistas y el entorno urbano que ya no está.

LA VIEJA MANAGUA
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